Colombia: Una nación pluriétnica y multicultural.
¿TENEMOS
UNA OPORTUNIDAD?
(Ensayo)
(Ensayo)
Al
inicio de la formación en Competencias Ciudadanas, bajo la modalidad del
Diplomado, las dificultades por las que
atravesaba la institución educativa a la que pertenezco eran múltiples; por un
lado, niños, niñas y adolescentes provenientes de diferentes zonas del
occidente colombiano (Chocó, Cauca, Valle y Risaralda) que venían de vivir en
escenarios disímiles con culturas e idiosincrasias distintas, por otro lado
esos mismos niñ@s y adolescentes cargados de odio y resentimiento, cargados de
miedo, con su autoestima muy menguada, repletos de dificultades, con algunas
inquietudes (que no tantas como se cree) y con algunas esperanzas.
Ya
estábamos casi empezando el mes de octubre, cuando dimos inicio a una actividad
que podría permitirnos ensayar para disminuir los niveles de agresividad que ya
eran “pan de cada día” en la institución, pero lamentablemente sólo con dos
grados del bachillerato (sextos y séptimos).
Un
día, mientras aplicábamos el recurso didáctico de la narrativa como mediador, a
través de un cuento de Los Hermanos Grimm (El zorro y el gato), algunos
estudiantes colaboraron y empezaron a demostrar que sí había en ellos, en su
imaginario, algunos anhelos y expectativas no contemplados en el Proyecto
Educativo Institucional (PEI)…Ell@s estaban deseos@s de vivir distinto;
deseos@s de resolver sus problemas más elementales: los de la subsistencia.
El
refrigerio llegaría (Desayunos de Bienestar Familiar) y junto a él, la
oportunidad para que much@s desayunaran.
Y ahí arrancó la verdadera reflexión.
El
Estado Colombiano tiene una deuda histórica
Son
millones de seres humanos, más de la mitad de la población colombiana
(aproximadamente 30) que han vivido rodeados de riquezas sin darse cuenta de
ello y peor aún, sin poder disfrutar de ello; pues una gruesa parte de las
mismas va a parar a manos de empresas extranjeras que usufructúan y usurpan los
más variados recursos (petróleo, carbón, oro, esmeraldas, café…), otra va a
parar a las arcas del Estado (erario público) y suele perderse y despilfarrarse
en lo que hemos acordado denominar corrupción y una última parte va a ser
empleada tardíamente en algo muy vago y ambiguo llamado “inversión social”.
Cuando
uno observa a un estudiante promedio perteneciente a una institución oficial alegrarse
por un refrigerio, comprende también lo poco que tienen, su pobreza. Comprende así mismo su conformismo; un
conformismo atrofiante, un conformismo subyugante, un conformismo lamentable…un
conformismo que comparte con otras capas de la sociedad, aún con algunos de nuestros
propios verdugos y gobernantes.
Idiosincrasia,
autonomía y autenticidad
Parafraseando
a Orlando Fals Borda (Padre de la Sociología en Colombia) “No somos una nación,
somos muchas naciones al tiempo…”. Los colombianos y colombianas conformamos
quizás la agrupación humana más disímil del mundo, con la riqueza cultural más
envidiable. Por un lado etnias por
doquier, teniendo en cuenta todas las que fueron exterminadas por los
conquistadores, y las que fueron traídas por ellos mismos para subyugar y
someter al trabajo duro a la indignidad (Los mal llamados esclavos,
transportados en barcos desde el África principalmente por los holandeses).
Somos
varias naciones, porque somos muchas etnias, muchas culturas, muchas
idiosincrasias, muchos intereses y ningún proyecto de nación que involucre a
todas y todos.
Si
nos pegamos una pasadita por la Costa Atlántica colombiana e interactuamos con
su gente y nos damos la oportunidad de conocer parte del Chocó Bio-geográfico y
socializar un poco con la gente de allí, entenderemos porque siendo, en
apariencia pertenecientes a una misma etnia, son tan distintos en carácter,
anhelos, expectativas, gustos, costumbres y posturas. Así las cosas, es difícil
la convivencia en un país que no se conoce ni se reconoce a sí mismo. En una nación, que no es una nación sino
muchas.
Alcanzar
la autonomía es casi un espejismo. Pues
hemos vivido ovacionando lo que otros piensan, dicen y hacen, muchos
siglos. Imitamos casi todo; nos resulta
poco familiar algo totalmente nuestro: “lo criollo”. Manifestaciones culturales
ancestrales y valiosas, apenas ahora salen a flote y eso porque empresas
extranjeras vieron allí una oportunidad de negocio (ver Sony Music y el
Vallenato). La artesanía, fruto de la genialidad y el trabajo de manos
laboriosas por toda nuestra geografía, explotado a más por algunos
aprovechados, corre el riesgo de volverse un asunto de “producción en serie”. Nuestro sistema educativo es una imitación
del Sistema Educativo Chileno con ingredientes españoles. Nuestro Sistema Contable es una imitación del
mexicano con ingredientes españoles.
Nuestra economía es una imitación, fatal, de una economía gigante que
nos aplasta cada día, la de los Estados Unidos.
Nuestros niños, niñas y jóvenes no aprecian los ritmos propios de esta
multi-nación, pues viven embadurnados con los ritmos anglosajones…esos ritmos
que se escuchan bien, pero que no se entienden.
En
nuestras instituciones educativas se discute con demasiada vehemencia el
currículo y nunca se cuestiona la poca inversión y el poco respaldo para
implementarlo. Existe un miedo
subrepticio a ser sancionado o afectado si se dicen “ciertas cosas”. Los maestros se sindicalizan, pero no se
movilizan porque los sancionan quitándoles unos cuantos pesos de una prima que
se inventaron para tenerlos entretenidos y esperanzados. No hay autenticidad en Colombia. Los colombianos, quisiéramos serlo, pero no
somos auténticos. Pues cualquier asomo
de apuesta por ello, es cortado de raíz por algún gobernante.
Cuando
se habla de competencias, solo se nombran o enumeran aquellas que dictan los
cánones internacionales de las potencias económicas del mundo actual. Las
relacionadas con la inventiva y la creatividad y con la demostración (donde
hacen presencia la ciencia y la tecnología) no hacen parte de los esfuerzos
serios y contundentes de los propósitos estatales en materia de educación; pues
para ello se necesita dinero, inversión, copiosa inversión. Niños, niñas y jóvenes sanos y bien nutridos,
maestros altamente formados y bien remunerados, etc.
No
se ha querido, históricamente, formar a nuestros estudiantes en el arte del
pensar: pensar es dañino para quienes ostentan el poder, máxime si al pensar se
puede llegar a descubrir que quienes gobiernan lo hacen muy mal y es necesario
relevarlos de sus cargos.
Colombia
y nosotros los educadores nos hemos dedicado a la “producción en serie”:
Producimos en serie estudiantes que no piensan, producimos en serie estudiantes
que repiten y repiten sin variar, producimos en serie ideas y conceptos
copiados de los libros de texto escritos principalmente por extranjeros,
producimos en serie y replicamos sin “chistar” las falacias que muchas veces
nos cuentan nuestros gobernantes y nos “informan” nuestros medios de
comunicación. La producción en serie puede ser enfermiza…
No
hemos podido entender aún la importancia de unirnos y apostarle a un proyecto
de nación, que congregue los distintos matices de la población colombiana. Un proyecto de nación que salde las deudas
históricas. Un proyecto de nación donde
tanto los adinerados y los desposeídos nos podamos sentar a tomar una deliciosa
taza de café, porque ambos tengamos cómo pagarla, pues los segundos ya tendrán también
parte de las enormes riquezas que posee su territorio; ese que solo disfrutan y
saborean los extranjeros y uno que otro nacional, mezquino y almidonado.
Una
Colombia autónoma y auténtica debería ser la apuesta
No
me disgustan a mí las historias y los relatos extranjeros, ¡no señor! No me
disgusta a mí la idea de llevar a las aulas obras de arte de la literatura
universal, ¡no señor!, ni la idea de utilizarlas como mediadores didácticos
para tratar de combatir la agresividad, que no es de momento, como lo he venido
tratando de explicar en este breve discurso, ¡no señor!
Me
disgusta y me desencaja que, sabiendo de nuestra riqueza étnica, costumbrista,
cultural e histórica, de nuestros hombres y mujeres capaces de escribir y de
contarnos cosas bellas, estemos buscando en otras latitudes lo que aquí ya
somos capaces de producir.
Por qué
Los Hermanos Grimm, cuando tenemos a Rafael Pombo, al Nobel de Literatura
Gabriel García Márquez, a la brillante pluma infantil Jairo Aníbal Niño
(recientemente fallecido), a William Ospina (Para mí, el próximo Premio Nobel
de Literatura colombiano), a Luis Carlos González Mejía (El poeta de la
tierra), etc.
Todo
lo anterior, que realmente es muy poco, me hace sentir que sí tenemos una
oportunidad y que no deberíamos desperdiciarla.
Jorge Isaac López López
(c) 2013
2 comentarios:
si nuestra Colombia es maravillosa.
Interezante y agradable texto sobre la historia y la realidad colombiana, desde la arista educativa.
La falta de sentido de pertenencia y nuestro peremne complejo de inferioridad; sembrados desde la conquista,contradictorios a nuestras riquezas culturales y naturales, es consecuencia directa de nuestra ignorancia, producto de una educacion desorientada y sin recursos. Estas dos falencias han alzado vuelo dado que el gremio educativo no se ha puesto la camiseta para exigir al gobierno, sin miedos y con responsabilidad, la calidad educativa que se requiere ( es derecho fundamental) y que seria el balsamo curador de todos los males, pocos no son. Aqui si vale decir " VALE (MUCHO) MENOS EL REMEDIO QUE LA ENFERMEDAD"
Publicar un comentario