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martes, 10 de marzo de 2015

Día de la Mujer

Mujer Indígena Colombiana

ACERCA DE LA HISTORIA REAL FRENTE A LA CONMEMORACIÓN DEL “DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER”
Esp. Jorge Isaac López López

 Ven, hombre, egoísta, ven
Abre las rejas de esta jaula
Me hiciste prisionera de por vida
Libérame para mi último soplo

(Fragmento Poema “La rebelión”)
Forough Farrojzad, poetisa iraní

El surgimiento del Día Internacional de la Mujer, contrariamente a lo que se ha creído durante muchos años y en muchos escenarios, no radica en un acontecimiento aislado, sobre el que ni tan siquiera existía consenso entre la historiografía norteamericana y la española, sino que ha de encuadrarse en un contexto histórico e ideológico mucho más amplio. 

            En la historiografía española la conmemoración del 8 de marzo se vincula, erróneamente, al incendio ocurrido el citado día del año 1908 en una fábrica textil de Nueva York, provocado por el propio empresario ante las obreras declaradas en huelga y encerradas en el inmueble. En la historiografía estadounidense se vincula, también erróneamente el origen del 8 de marzo a una manifestación de trabajadoras del sector textil en la ciudad de Nueva York que reivindicaban mejoras laborales. 


HISTORIOGRAFÍA ERRÓNEA 

            "Día Internacional de la Mujer Trabajadora: Se considera una jornada de lucha feminista en todo el mundo en conmemoración del día 8 de marzo de 1908 en que las trabajadoras de una fábrica textil de Nueva York llamada Cotton declararon una huelga en protestas por las condiciones insoportables de trabajo. El dueño no aceptó la huelga y las OBRERAS entonces ocuparon la fábrica. El dueño entonces cerró las puertas y prendió fuego muriendo abrasadas las 129 trabajadoras que había dentro (...)" 

            "(...) la historia de los sucesos que dieron lugar a la designación del 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer. En aquel mismo día de 1908, las trabajadoras de la fábrica Cotton de Nueva York se declararon en huelga y ocuparon la factoría. El dueño decidió cerrar las puertas, incendiándose la fábrica y pereciendo las 129 mujeres que se encontraban en su interior" 


            "El 8 de marzo, relataba a mis alumnos de Estudios de la Mujer la historia del Día Internacional de la Mujer. Es una historia que yo me había repetido varias veces y que, por tanto, conocía bien. Una manifestación espontánea organizada por las trabajadoras del sector textil de la ciudad de Nueva York, protestando por los bajos salarios, la jornada laboral de doce horas, y las crecientes cargas laborales, fue dispersada por la policía, de una forma bastante brutal. Muchas chicas fueron arrestadas; algunas fueron pisoteadas por la multitud. Cincuenta años más tarde, en el aniversario de esa manifestación, fue establecido en su memoria el Día Internacional de la Mujer" 

            Las referencias sobre el origen de la celebración del 8 de marzo que se basan en el incendio de la fábrica en Nueva York o en la manifestación de las trabajadoras son falsas debido a la manipulación de querer silenciar el verdadero origen de esta festividad. 

            En relación al incendio, basta con mirar el calendario para hacer tambalear esta teoría. El 8 de marzo de 1908 era domingo, un día un tanto extraño para declararse en huelga sin perjudicar al empresario. Sí que hubo un incendio en la fábrica la "Triangle Shirtwaist Company" donde murieron muchas mujeres, la mayoría chicas inmigrantes entre los 17 y 24 años, pero no fue el 8 de marzo de 1908 sino el 25 de marzo de 1911, dos días antes a la primera celebración del Día Internacional de la Mujer. 

            En relación a la manifestación, aunque esta tuvo lugar, no fue ni el 8 de marzo de 1857, ni el 8 de marzo de 1908  como se suele referenciar. Fue el 27 de septiembre de 1909 cuando los/las empleado/as del textil hicieron una huelga de trece semanas (hasta el 15 de febrero de 1910) en demanda de mejoras laborales. Este acontecimiento tampoco es el origen de la celebración del 8 de marzo. 

            Las historiadoras Liliane Kandel y François Picq afirman que el mito que sitúa la manifestación en el año 1857 fue creado en 1955 para eliminar el carácter comunista que más tarde adquiriría el Día Internacional de la Mujer. 

            Para develar los verdaderos orígenes de la celebración del 8 de marzo como "Día Internacional de la Mujer" y no "Día Internacional de la Mujer Trabajadora" nos hemos basado en la investigación realizada por: ANA ISABEL ÁLVAREZ GONZÁLEZ (1999): Los orígenes y la celebración del Día Internacional de la Mujer, 1910-1945. KRK-Ediciones: Oviedo. Ana Isabel Álvarez doctoranda del programa "Estudios de la Mujer" de la Universidad de Oviedo, realizó durante 1997-1999 una investigación sobre el origen del 8 de marzo consultando fuentes de primera mano en la Universidad de Harvard. Defendió su investigación en junio de 1999. 

            La historiadora norteamericana Mari Jo Buhle en su obra "Women and American Socialism 1870-1920" estudió el incendio de la "Triangle Shirtwaist Company", suceso de gran trascendencia en la historia contemporánea de EEUU, pero no por dar origen al Día Internacional de la Mujer, sino por ocasionar la muerte de las obreras que el año anterior, en 1910 habían protagonizado la primera huelga llevada a cabo exclusivamente por mujeres en demanda de mejoras en su situación laboral. 

            La decisión de convertir esta celebración en una festividad internacional corrió a cargo de Clara Zetkin (1857-1933), líder del movimiento alemán de mujeres socialistas. Pero la propuesta presentada por Clara Zetkin en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague los días 26 y 27 de agosto de 1910, para organizar la celebración de un Día Internacional de la Mujer no era del todo original. Tenía un antecedente en el qué inspirarse, el Women's Day que las socialistas estadounidenses llevaban celebrando desde 1908, cuya finalidad era la reivindicación del derecho al voto para las mujeres. 

            El Partido Socialista Americano designó el último domingo del mes de febrero, día 28 de 1909, como Woman's Day, para reivindicar el derecho de las mujeres al sufragio. Hasta el 1920 no fue aprobada la Decimonovena Enmienda de la Constitución Estadounidense por la que se otorgaba a las mujeres el derecho al sufragio. 

            El Día Internacional de la Mujer, que tiene sus orígenes indiscutiblemente en el movimiento internacional de mujeres socialistas de finales del siglo XIX, tenía como finalidad exclusiva promover la lucha por el derecho al voto de la mujer, sin ningún tipo de restricción basada en el nivel de riqueza, propiedades o educación. 

            La primera celebración del Día Internacional de la Mujer se produjo el 19 de marzo de 1911, y fue seguida en Austria, Alemania, Dinamarca y Suecia. En los primeros años, el Día Internacional de la Mujer se festejaba en fechas diferentes según los países. Pero en 1914, a propuesta de las alemanas, el Día Internacional de la Mujer se conmemoró por primera vez el 8 de marzo en Alemania, Suecia y Rusia. La única autora que se aventura a dar una explicación sobre la elección de esta fecha es Renée Côté, quien sólo apunta como posibilidad el hecho de que el mes de marzo estaba cargado de contenido revolucionario, pero sin dar ningún argumento sólido sobre por qué ese día en particular y no otro. 

            También la Revolución Rusa de 1917 tuvo una gran influencia a todos los niveles en el Día Internacional de la Mujer. Aunque el 8 de marzo se llevaba celebrando en Rusia desde 1914, en el año 1917 las mujeres rusas se amotinaron ante la falta de alimentos, dando inicio al proceso revolucionario que acabaría en el mes de octubre de ese mismo año. Los acontecimientos del 8 de marzo de 1917 (23 de febrero en su calendario) son importantes, no sólo porque dieron origen a la revolución y porque fueron protagonizados por mujeres, sino porque, según todo parece apuntar, esos sucesos fueron los que hicieron que el Día Internacional de la Mujer se pasara al celebrar sin más cambios hasta la actualidad el 8 de Marzo. 

            Las Naciones Unidas, con ocasión de la celebración en 1975 del Año Internacional de la Mujer, ofreció una versión de los hechos que habían conducido al nacimiento del Día Internacional de la Mujer. Según Ana Isabel Álvarez, es muy interesante resaltar que en ese breve informe se silencian de manera absoluta los sucesos vividos en Rusia en 1917 que precisamente fueron los que harían del 8 de marzo el día elegido para celebrar el Día Internacional de la Mujer: 

            "El Día Internacional de la Mujer fue propuesto por primera vez por Clara Zetkin, una representante de la Conferencia de Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague en 1910. La propuesta llegó al comienzo de un periodo de gran transformación social y política en el mundo. Europa estaba al borde de la I Guerra Mundial, los imperios coloniales de Asia y África estaban sufriendo las primeras conmociones de la revuelta nacionalista, y en Norteamérica, el movimiento por el sufragio femenino estaba cuestionando algunas de las presunciones de las relaciones humanas. La llamada de Clara Zetkin a las mujeres para unir su lucha por la igualdad de derechos con la lucha por preservar la paz mundial topó con un coro sensible. Cuando se conmemoró el primer Día Internacional de la Mujer en 1911, más de un millón de mujeres participó públicamente en él. Además del derecho a voto y a ocupar cargos públicos, demandaban el derecho a trabajar, a la enseñanza vocacional y el fin de la discriminación en el trabajo". 

 Declarado por la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, ONU.


Fuente de información: 

ANA ISABEL ÁLVAREZ GONZÁLEZ (1999) Los orígenes y la celebración del Día Internacional de la Mujer, 1910-1945. KRK-Ediciones: Oviedo. 


viernes, 29 de agosto de 2014

El avión que sonríe


El avión que sonríe  (Cuento)

Era tarde ya. Las nubes del final del día ocultaban los últimos haces de luz.  Cerca a una ventana, Juan, el niño de la casa, sentía el ruido poderoso del último pájaro mecánico. Así les decía Doña Lola, su abuelita, a los aviones.  A Juan le gustaban los aviones. Imaginaba que en uno de ellos vendría, llena de maletas y regalos, su progenitora, aquella que un día muy lejano de sí, se había ido de la casa con su nuevo amor, en busca de mejor fortuna.

Su abuela Lola, era una matrona, una señora respetada y querida por todos;  servicial y solidaria.  Cuando se enteraba de la dificultad de algún vecino, enviaba a Juan a invitar el vecino a su casa.

Un día, doña Lola le dijo a Juan: “Vaya mijo, dígale a doña Tere, que venga a desayunar”. Doña Tere, había enviudado recientemente.  Su compañero, un jubilado de una empresa muy importante de la región, la había dejado sin un centavo, sin herencia.  Pues al morir, descubrió ella, tenía esposa e hijos por otras latitudes y en su testamento solo los nombró a ellos.
Doña Lola, conocedora de la situación, sintió enojo e impotencia por la señora Tere y quiso ayudarla mientras ella, muy joven todavía, rehacía su vida. Juan, seguía pendiente de los aviones. La casa de Juan era de puro bahareque; en sus estructuras podía evidenciarse parte de la colonización antioqueña: guadua y esterilla, boñiga y unas rudimentarias formas de construir.
Una mañana, muy temprano, Juan ve con alborozo como un avión pasa muy cerca del techo de su casa y grita con ahínco: “¡Mamá, mamá…por fin vienes!”. Juan pensó que después de tanto tiempo, su madre vendría allí, en ese avión, y traería consigo muchos regalos e historias que contar. Feliz por su percepción fue y despertó a doña Lola y le susurró al oído: “abuela, hoy sí llegó mi mamá.  Complácela con un desayuno bien sabroso; que tenga calentao”.  La abuela sonrió y le siguió la corriente al niño: “Está bien mijo.  Es posible que hoy sí”.  Ella, por un momento, pensó con algo de nostalgia, que no era posible que su hija viniese en ese aparato, ya que en una carta reciente, ella le manifestaba claramente que tardaría un tiempo en regresar, puesto que su nuevo esposo había empezado a trabajar en un destacado proyecto y que se veía iba a durar.   Para calmar la euforia de Juan, a ella se le ocurrió invitar a almorzar a Tere. Y pedirle a ella el favor de hacer que el niño pensara en otras cosas distintas a los aviones.   Dicho y hecho. Juan fue a casa de Tere y le llevó el mensaje de la invitación.  Tere, triste y resignada, aceptó complacida.  Pasadas unas horas, la abuela logró que Juan olvidara su visión de la mañana y se dedicara a jugar un rato con la viuda de la cuadra.  La noche se acercaba otra vez y con ella la tristeza de Juan, que veía, a través de su ventana, cómo otro día pasaba sin el retorno de su madre. Unas cuantas lágrimas, silenciosas, brotaron de sus ojos de niño. Sabía él, que su abuela mitigaba su dolor con un trato especial y con actividades distractoras.  Pero no era Juan de esos infantes fáciles de convencer.  Juan era tozudo. Su misma abuela lo era.  Siempre decía: “Lo que uno no haga por sí mismo, nadie lo hará por uno”. Y seguía: “En la vida, mijo, hay que insistir en lo que queremos, para que se dé”.   Él insistía en que su mamá, debía llegar para agosto, pues cumplía años en ese mes. Y decidió, dejar pasar varios aviones sin emocionarse demasiado.   Agosto empezó y con él, los madrugones de Juan, la ventana, Tere y los desayunos con calentao de la abuela.

Doña Lola, había decidido un día invitar a Tere a quedarse en su casa, mientras el amor volviera a sonreirle.  A Juan no le gustó mucho al principio, pues la abuela dedicaba gran parte del tiempo para él, en atender las conversaciones con Tere, pero poco a poco se acostumbró, pues Tere era muy acomedida y laboriosa: hacía las camas, organizaba pisos y baños y jugaba con él por ratos.  La cocina, sí era zona exclusiva de la abuela; nadie más que ella podría preparar los deliciosos fríjoles con coles de Juan: robustos, de aroma inconfundible, de sabor exquisito.

Tere conoció en la casa de una amiga a un señor, dizque extranjero, le comentaba la abuela a Juan. “Y el tipo le prometió que vendría pronto por ella para llevársela a su país”.    Juan volvió a sentirse triste.  Pues ahora que estaba encariñándose con su nueva amiga, ya también se iba a ir… Y muy seguramente en avión, como su madre, ya que ese país era muy lejos. 

Agosto llegó.  Juan  ya estaba en la escuela y debía madrugar mucho más y alejarse, por supuesto, de su amiga muda: la ventana. 

Le escuchó decir un día a uno de sus profesores, que cuando los padres se tienen que ir en busca de fortuna, se demoran en regresar.  Ésta revelación, escueta y cruel, causó una explosión de sentimientos en el corazón de Juan.  Lloró todo el día, en silencio.  Y no quiso comer a pesar que la abuela había cocido para él sus sabrosos fríjoles.  La abuela ya estaba algo enferma, pues había empezado a sufrir de los riñones y aquélla dolencia se le estaba complicando.  Tere ya casi no iba a dormir a la casa; pues se la pasaba donde sus otras amigas a la espera de noticias de su enamorado lejano.  Un día cercano a diciembre, Juan se acostó muy cansado.  Se durmió enseguida y empezó a soñar.  En su sueño, Juan veía cómo los aviones expresaban sentimientos.  Vio él, en el sueño, pasar un avión sonriente sobre el techo de su casa y de una de sus ventanillas, la mano agitada de su madre.  Juan se llenó de dicha y sintió una emoción indescriptible.  ¡Por fin se había dado, su madre había vuelto! El sueño se prolongó mucho.  En la mañana, al despertar, se dio cuenta que la casa estaba llena de vecinos, que sus tíos lloraban y temblaban mientras consumían café;  el tinto mañanero de la abuela.

Juan sintió curiosidad por aquella escena y quiso ir al cuarto de su abuela, pero una tía suya lo atajó en el camino y le dijo: “Tienes que ser fuerte Juancito, ella te quiso mucho y desde el cielo te va a cuidar y a guiar”.  A Juan le pareció todo un sueño.  Salió a la calle y entendió que estaba despierto.  Los carros pasaban, las personas iban y venían.  Los aviones volaban por las nubes.  Regresó a casa inundado por dentro.  Sus lágrimas se agolparon en sus ojos y su llanto no salía de su pecho.  Al observar el panorama encontró a Tere y su nuevo amor, juntos y llorando.  En su recorrido ¡Oh, sorpresa! Vio la figura especial y soñada de su madre;  vestida de negro y con sus ojos rojos y ojerosos de tanto llorar.  No podía creerlo.  Su mamá había vuelto después de tanta espera y de tantos aviones observados y él no la había visto llegar. ¡Era inaudito! A Juan le pareció que el mundo se acababa para él.  Había regresado su madre, sí, pero muy cambiada, fría y triste...Y se había ido su abuela; su cuidadora, su amiga, su confidente. Ya los aviones no importaban. Ahora, Juan, sólo quería volver a soñar.





Esp. Jorge Isaac López López
jorgeisaac342@yahoo.es
http://plantierra.blogspot.com
@jorgeisaac342
© 2014

Algunos estadounidenses son estúpidos...